Cines y cinéfilos

Cantinflas en el Cono Sur: recepción de sus primeras películas

A principios de los años treinta, los bielorusos Gregorio Ivanoff y Ana Zukova, emigrados una década antes a México a causa de la Revolución Soviética, tenían una compañía de revistas teatrales con sede en un teatro en Tacuba. Dos de sus hijas, que participaban en la compañía, se casaron con comediantes: Olga con el lituano Estanislao Schilinsky y Valentina con el capitalino Mario Moreno, entonces conocido como Cantinflitas. Los concuños recorrieron durante unos años teatros de la capital y la provincia como pareja cómica y en algún momento llamaron la atención del director Miguel Contreras Torres, quien los hizo aparecer en papeles secundarios de su película No te engañes corazón (1936); para entonces, como consta en los créditos de esa primera aparición cinematográfica, Moreno ya había simplificado su nombre artístico para asumir el Cantinflas con que se haría célebre.

En octubre de 1936 Schilinsky y Cantinflas fueron contratados en un nuevo recinto escénico capitalino, el Teatro Follies Bergère de Santa María la Redonda. Ahí secundaban a dos comediantes más experimentados, Amelia Wilhelmy y Manuel Medel, pero pronto se hizo claro que Cantinflas resultaba tan atractivo para el público como Medel, lo que provocó, como escribe Miguel Ángel Morales, “que los libretistas lucieran sus mejores chascarrillos para ver quién reinaba en el populoso coliseo”. Lo que inició como rivalidad escénica llevó al establecimiento de rutinas conjuntas que resultaron exitosas y dieron como resultado el desplazamiento de Schillinsky. Fue entonces cuando Arcady Boytler, otro ruso radicado en México que participaba en la industria del cine, decidió incorporar a Medel y Cantinflas como protagonistas de Así es mi tierra (1937), una comedia ranchera ubicada en la cauda de producciones surgida a raíz del reciente éxito internacional de Allá en el Rancho Grande (Fernando de Fuentes, 1936).

En lugar de seguir con la costumbre de las comedias rancheras y otros géneros de ubicar a los cómicos en tramas secundarias, Boytler dio a las escenas con Cantinflas y Medel mayor relevancia que a las de la historia melodramática, con lo que impuso, según Emilio García Riera, “una inversión de valores que cambiaría en alguna medida la orientación del cine mexicano”. Para promover su estreno en México, la productora Cinematográfica Internacional S.A. (CISA) difundió una hoja publicitaria en cuyo texto, reproducido por Eduardo de la Vega Alfaro, decía: “Así es mi tierra debe su éxito principalmente, a la notable interpretación de Cantinflas y Medel (…) que aparecen juntos por primera vez en la pantalla, para solaz del mundo de habla castellana.”

El lanzamiento de la cinta coincidió con el inicio de la filmación de otra, Águila o sol (1937), también dirigida por Boytler y estelarizada por la pareja de comediantes. Ahora no se trataba de una película ranchera, sino de una revista musical con trama ubicada en la Ciudad de México. En esa obra, la alternancia de escenas cómicas con números musicales dio lugar a la expansión de las rutinas de Cantinflas y Medel, quienes además de expresarse verbalmente, ahora lo hacían en bailes y otras demostraciones de comicidad física (algo iniciado en Así es mi tierra, donde Cantinflas toreaba de manera chusca a un becerro). Poco después de su estreno, la CISA difundió una nueva pieza publicitaria, también reproducida por De la Vega, en la que se afirmaba que al éxito alcanzado localmente de la cinta interpretada por “los cómicos más notables del cine mexicano”, habría de sumarse “el que habrá de obtener en todos los países de habla española”. Con esto la productora hacía una velada referencia al contrato firmado con Artistas Unidos para que llevara las dos cintas interpretadas por Cantinflas y Medel, entre otros lugares, a los tres países del Cono Sur: Uruguay, Argentina y Chile. (En los años treinta, la industria cinematográfica mexicana no había desarrollado un sistema de distribución internacional, por lo que las productoras tenían que apoyarse en la distribución selectiva que empresas estadunidenses hacían de las cintas que se asumía tendrían atractivo comercial en otros lugares.)

Los estrenos en las capitales de esos países se realizaron de esta forma: los de Así es mi tierra se dieron en el Cine Ariel de Montevideo el 2 de febrero de 1938; en el Teatro Santa Lucía de Santiago el 5 de abril de 1938, y en el Cine Petit Splendid de Buenos Aires el 29 de septiembre de 1938. Los de Águila o sol, en el Teatro Caupolicán de Santiago el 20 de octubre de 1938; en el Cine Petit Splendid de Buenos Aires el 29 de diciembre de 1938, y en el Cine Rex de Montevideo el 20 de diciembre de 1939. Como veremos, su recepción periodística dependió en buena medida de las películas mexicanas que se conocían previamente en cada ciudad y con las cuales podían contrastarse, o no, las nuevas producciones.

Quizá por no obtener los resultados económicos esperados, Artistas Unidos ya no distribuyó en el Cono Sur otra película de la CISA interpretada por la pareja de cómicos, El signo de la muerte (Chano Urueta, 1939).

Cantinflas y Medel. Cine Radio Actualidad (Montevideo), 11 de febrero de 1938, p. 14.

Montevideo

Al parecer la única cinta procedente de México que se exhibió en esta ciudad en el periodo del cine silente fue Tabaré (Luis Lezama, 1918); particularmente atractiva por ser adaptación del célebre poema del uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, Tabaré tuvo en 1920 el privilegio de ser proyectada en el elegante Teatro Solís, donde tuvo éxito de público y crítica. Pasarían más de tres lustros entre esa fecha y marzo de 1936, cuando de acuerdo con la exhaustiva investigación de Osvaldo Saratsola recogida en la página web “Cinestrenos: el cine en Montevideo desde 1929”, pasó en un salón la producción sonora Tribu (Miguel Contreras Torres, 1934), a la que siguieron dos cintas dirigidas por Fernando de Fuentes, Cruz Diablo (1934) y Allá en el Rancho Grande (1936).

Esos eran los únicos antecedentes de la presentación de Así es mi tierra en Montevideo, por lo que no resulta extraño que R. Arturo Despouey, fundador y director de la revista Cine Radio Actualidad, se viera obligado a juzgar a un género, un director y unos intérpretes prácticamente desconocidos, comparando la cinta con el célebre proyecto mexicano de Serguei Eisenstein que, luego de muchas y complicadas vueltas, había tenido en 1935 una primera manifestación en el lanzamiento de la película Tormenta (o Truenos) sobre México; este excelente periodista a quien Homero Alsina Thevenet consideró como el primer artífice en Uruguay de “una crítica basada en los más altos postulados estéticos”, escribió:

…es de lamentar que esta obra de difusión del folklore no esté en manos de artistas serios –¡cuánto nos dolerá siempre el desconocimiento de la película de Eisenstein Truenos sobre México!– porque estos documentos involuntarios espolvoreados con una pizca de sal dramática y otra de comicidad populachera se resienten terriblemente de falta de fluidez expositiva, de falta de armazón, no sólo de endeblez temática. El producto padece de epilepsia: tal cielo maravilloso grávido de nubes que descienden sobre la tierra (los mejicanos deberían exportar “cielos” a todos los países que se dedican a fabricar películas), tal tonadita grata (…), tal escena de siembra o tal suerte de desbravadores de ganado, tal expresión que da a nuestro idioma la gracia de un idioma nuevo que fuéramos capaces de comprender sin conocerlo (“esta chata me cuadra” por “esta chica me gusta”) y, en fin, tal fórmula de humorismo de pueblo bajo, espontánea y atractiva, como la que ponen en juego con su rivalidad, sus discusiones entrecortadas y sus discursos que no dicen nada en la mayor cantidad de palabras (…) dos cómicos de pura cepa mejicana, Cantinflas y Medel. Y entre estos relámpagos, escenas baldías, momentos paralíticos, infinidad de cosas innecesarias. (Cine Radio Actualidad, 11 de febrero de 1938, p. 14)

Cuando en diciembre de 1939 se estrenó Águila o sol, ya habían pasado por las pantallas montevideanas una decena de cintas mexicanas más, entre las que había nuevas obras rancheras, dramas y comedias urbanas. Sin embargo, I. Mosteiro, crítico de películas del diario El País, no parecía haber visto ninguna, pues al escribir sobre la cinta de Boytler no estableció asociaciones que resaltaran características o tendencias, sino que simplemente siguió lamentándose de que la obra ignorara el modelo inalcanzable de Eisenstein y se contentara con registrar sin ningún sentido fílmico una pieza teatral “para el exclusivo desempeño de dos cómicos –Cantinflas y Medel–, y no por cierto para su lucimiento”; seguía: “Situaciones dudosas que enervan por su longitud, parlamentos cuya eficacia cómica se experimentará quizá en pleno trópico, pero no en nuestras latitudes, números musicales coreográficos de escaso interés, esos son los elementos que componen Águila o sol, para su desgracia.” (El País, 21 de diciembre de 1939, p. 8)

Hugo Rocha hizo para Cine Radio Actualidad una nota sobre la misma cinta, en la que reforzaba la percepción de su colega con estas palabras:

Cantinflas y Medel son dos festejados cómicos teatrales mejicanos, ambos muy personales y expresivos, pero de ningún modo capaces –como no lo es ningún actor– de soportar todo el peso de una película. Se limitan a hacer sus chistes y a cantar sus canciones (…) Lenta, pesada, carente de buen gusto, la película es una señal más de la decadencia del cine mejicano, que ha extraviado su rumbo dedicándose a temas localistas, de fácil éxito entre el público familiarizado con esos ambientes y esos artistas, pero exentas de todo motivo de interés para otros públicos. (Cine Radio Actualidad, 5 de enero de 1940, p. 8)

Buenos Aires

Mucho mejor conocida que en Montevideo era la cinematografía mexicana entre el público bonaerense cuando las dos películas de Arcady Boytler se estrenaron en el último trimestre de 1938. En efecto, en los cuatro años transcurridos desde el primer estreno sonoro mexicano ahí (El compadre Mendoza, Fernando de Fuentes, 1933), habían pasado por las pantallas porteñas veinticinco películas llegadas del país del norte. Los críticos, por tanto, se habían acostumbrado a verlas como muestras más o menos virtuosas de una empeñosa construcción de la industria del cine sonoro parecida a la que por esos mismos tiempos se intentaba en Argentina. Por lo tanto, las notas sobre las cintas de Boytler fueron también más amables.

Manuel Peña Rodríguez, crítico del diario La Nación, estaba muy interesado en la cinematografía mexicana. Antes de publicar la relativa a Así es mi tierra, ya había hecho notas sobre quince cintas de esa procedencia, entre ellas una muy elogiosa sobre Allá en el Rancho Grande. Decía en ella:

Construida sobre la base de dos actores festivos populares en Méjico, Cantinflas y Medel, la película (…) trae al primer plano de su exposición a esos dos intérpretes, en constante rivalidad, y los coloca en un marco de colorido típico, en que abundan las pinceladas costumbristas y se registran escaramuzas sentimentales (…) Constituye en esencia un espectáculo cómico-musical discreto, cuyas canciones y bailes típicos se escuchan y se ven de cualquier modo con agrado, de débil interés argumental, de modesta significación interpretativa y de una estructura cinematográfica irregular… (La Nación, 30 de septiembre de 1938, p. 13)

Los anónimos cronistas de las publicaciones ligadas a la industria, quienes reseñaban todos los estrenos de la semana en textos muy breves dirigidos fundamentalmente a los exhibidores, naturalmente también se ocuparon de Así es mi tierra. Uno consideró que era entretenida y tenía “cuadros de colorido costumbrista, captados con la ya proverbial habilidad de los mejicanos” para la imagen fotográfica (Imparcial Film, 5 de octubre de 1938, p. 7); otro decía:

En el afán de explotar en toda su riqueza el pintoresco folklore y costumbres del pueblo mejicano, que ya se conocen entre nosotros de películas anteriores, los realizadores de la que nos ocupa descuidan la trama (…) Ofrece el film situaciones cómicas de cierta eficacia, aunque se resienten por el exceso de diálogos, frecuentemente salpicados con expresiones típicas e incomprensibles. La interpretación es buena (…) aunque el exceso de canciones, intercaladas con cualquier motivo, o sin motivo alguno, redunde en perjuicio del interés del film. (Heraldo del Cinematografista, 5 de octubre de 1938, p. 176)

Los dos redactores recomendaban orientar la distribución de la cinta hacia cines populares.

El estreno de Águila o sol en un pésimo día (el 29 de diciembre), tuvo como consecuencia que sólo fuera reseñada en Buenos Aires en una revista gremial, donde el periodista que escribió la nota la consideró floja y cansadora; a su juicio, sólo era apta “como relleno de popularísimas” salas de barrio. (Heraldo del Cinematografista, 4 de enero de 1939, p. 233)

La Nación (Buenos Aires), 30 de septiembre de 1938, p. 13.

Santiago

Cuando se proyectaron las dos películas de Boytler con Cantinflas y Medel, en abril y octubre de 1938, ya se habían visto en la capital chilena ¡cincuenta! producciones sonoras mexicanas de diversos géneros. El comercio con ese país, mucho más fluido que con los del Cono Sur en el Atlántico, posibilitó también el desarrollo de sistemas publicitarios más eficientes. De hecho, es posible que el cine mexicano fuera más popular en Chile a mediados de los años treinta que el de los otros productores de cintas en castellano: Argentina, España y Estados Unidos. La representación del campo y la interpretación de canciones folklóricas en las comedias rancheras y otras cintas suscitó un reconocimiento inmediato con ambientes y costumbres locales que despertó una recepción favorable de las cintas llegadas de México. Entre ellas, claro, las de Boytler. El amable cronista The Spectator opinó por ejemplo que Así es mi tierra era una película “destinada a gustar a todos los públicos, con trama atrayente, muchas canciones y típica en su pintura de costumbres” (Ecran, 12 de abril de 1938, p. 26). Y al escribir sobre Águila o sol un periodista anónimo dijo: “Cantinflas y Medel (…) desempeñan sus roles con bastante entusiasmo, especialmente el primero que se nos muestra igualmente bien en su papel de cómico como de dramático.” (Boletín Cinematográfico, 28 de octubre de 1938, p. 1077)

Como breve conclusión a la recepción de esas cintas en las tres capitales, podemos parafrasear frases de Oswaldo Saratsola relativas a Así es mi tierra y decir que a sus estrenos nadie sospechó que marcaban el inicio de la «insólita popularidad» de Cantinflas que lo convertiría «en un permanente éxito de taquilla» en los países del Cono Sur. Esto ocurriría a partir de la exhibición de sus siguientes cintas, en el primer lustro de los cuarenta, cuando el cómico se había desligado de su segunda pareja cómica importante, para brillar en solitario.

Fuentes

Miguel Ángel Morales, Cantinflas, amo de las carpas, volumen 1, Clío, México, pp. 20-38.

Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, tomo 1 (1929-1937), Universidad de Guadalajara / Gobierno de Jalisco / Conaculta / Imcine, Guadalajara, 1992, pp. 277-279.

Eduardo de la Vega Alfaro, Arcady Boytler (1893-1965), Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 1992, pp. 93-96.

Homero Alsina Thevenet, Obras incompletas, tomo 1, Cinemateca Uruguaya, Montevideo.

Ángel Miquel, Ponchos y sarapes. El cine mexicano en Buenos Aires, 1934-1943, Peter Lang, Nueva York, 2021.

Publicado por angelmiquelrendon

Nací en Torreón, Coahuila, México, en 1957. Soy historiador del cine y escritor. Trabajo en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

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