El cine en la región de La Laguna, México (1897-1914)
Entre los primeros exhibidores itinerantes que a fines del siglo XIX viajaron por el norte del país con cargamentos cinematográficos estuvieron James H. White y Frederick W. Blechynden. Provenientes de Estados Unidos como representantes de la casa Edison, esos empresarios no hicieron negocios en La Laguna, pero pasaron por otras regiones del estado y –como informa Juan Felipe Leal– filmaron en 1898 en la hacienda de La Soledad de Sabinas las dos primeras vistas coahuilenses, Ganado saliendo del encierro y Corrida de toros.
Otros exhibidores itinerantes que promovían el cinematógrafo, como se designó al sistema patentado por la empresa francesa Lumière, también hicieron breves películas en Coahuila. Existe constancia de la proyección en mayo de 1899 de la vista Toros en el Saltillo, hecha por Guillermo Becerril. El francés Carlos Mongrand, quien se hacía llamar “Rey de los cinematógrafos”, pasó por la capital del estado dos años después e hizo ahí 2 de abril de 1901 y Teatro Acuña y Plaza de los Hombres, descritas de esta forma en un programa reproducido por Leal: “Desfile de la Banda Municipal y de los alumnos de la Escuela Correccional delante del Palacio de Gobierno del estado”, la primera; y “se ven muchas personas saliendo del teatro y la estatua del Padre de la Patria, el inmortal cura Hidalgo”, la segunda. En enero de 1904, Salvador Toscano filmó Calle del Teatro en el Saltillo e Iglesia en el Saltillo, exhibidas por él más adelante en otros sitios. Y Enrique Rosas hizo en agosto de 1905 una gira en la que proyectó Toros en el Saltillo y Valle Grande, cantón de Coahuila.
Becerril, Mongrand, Toscano y Rosas acostumbraban regresar a las poblaciones donde habían hecho negocios. Entre sus destinos habituales estaban ciudades de la región centro-norte como Saltillo, Durango, Monterrey, Aguascalientes, San Luis Potosí y Zacatecas, lo que hace muy probable que al menos alguno de ellos visitara regularmente La Laguna. Sin embargo, no existe constancia de que en los diez primeros años del siglo XX hubiera en esa región exhibiciones suyas y tampoco de que algo les interesara al grado de suscitar su registro en celuloide. Sólo el paso del presidente Porfirio Díaz en su camino a Ciudad Juárez para entrevistarse con el presidente norteamericano William Taft dio lugar a la toma de la escena de una “manifestación popular” organizada para verlo a su paso por la estación de Gómez Palacio, incorporada a la película de los hermanos Alva Entrevista Díaz-Taft (1909).
Esta situación cambió a partir de que la figura del coahuilense Francisco I. Madero cobró trascendencia noticiosa al encabezar la revolución que derrocó al régimen de Porfirio Díaz. Las circunstancias de la acción decisiva de esa victoria, la toma de Ciudad Juárez, Chihuahua, ocurrida en mayo de 1911, fueron retratadas por fotógrafos de prensa y camarógrafos mexicanos y estadunidenses. Y cuando el caudillo se dirigió por tren de la frontera al centro político del poder, deteniéndose en varias poblaciones del estado de Coahuila, fue filmado por Toscano. Naturalmente esas imágenes tenían para el público local el atractivo de incluir, además de a los jefes revolucionarios y sus fuerzas, espacios geográficos, ambientes urbanos y hasta vecinos reconocibles.



Entre julio y septiembre de 1911 Toscano realizó una gira por la zona. Sobrevive uno de sus programas en Gómez Palacio, así como informaciones diversas consignadas en la correspondencia que el empresario enviaba a su madre, Refugio Barragán, quien regenteaba un cine en Puebla. De acuerdo con esas cartas, Toscano mostró imágenes sobre Madero y sobre su probable competidor en las elecciones, el general Bernardo Reyes, en Torreón, Monclova, Sabinas, Piedras Negras y otros lugares de Coahuila.
Esas proyecciones, realizadas también en otros estados del país, acompañaron a las campañas de propaganda de los candidatos y, más adelante, a las elecciones. Una vez que en noviembre Madero fue designado presidente y Venustiano Carranza gobernador el estado, es probable que también pasaran por las pantallas laguneras otras cintas documentales recientes, como las de género celebratorio que mostraban a Madero luego de su toma de posesión, o las de género histórico que comenzaron a elaborar Toscano y otros cineastas para tratar de comprender la transición en la que el viejo dictador había sido obligado a dimitir por el movimiento encabezado por el caudillo coahuilense. Pero la región no volvió a mostrarse en cine hasta después de que en febrero de 1913 Madero fue asesinado en la capital y Carranza llamó a una nueva revolución contra el régimen de Victoriano Huerta. Ferozmente atacadas y defendidas por unos y otros, las estratégicas ciudades de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo se convirtieron durante muchos meses en importantes fuentes noticiosas. Visitaron la zona reporteros de la prensa escrita y gráfica, así como camarógrafos que hacían documentales y cápsulas para noticieros.
Entre quienes se interesaron en filmar los acontecimientos destacó la productora estadunidense Mutual. Sus camarógrafos se trasladaron a la frontera, donde en enero de 1914 filmaron escenas de la batalla de Ojinaga, Chihuahua, en la que las tropas constitucionalistas comandadas por Francisco Villa vencieron a un destacamento del ejército federal. Unas semanas más adelante se informó que los mismos cineastas se dirigían a Torreón, en los trenes de las tropas revolucionarias, donde esperaban filmar una nueva batalla.
A esta información proporcionada por la Mutual se añadía que el presidente de la empresa, Harry E. Aitken, deslumbrado por el carisma del caudillo, había dispuesto filmar una cinta sobre él que incluyera un esbozo biográfico y un seguimiento de su campaña. Esto se hizo explícito en los días siguientes, cuando otro anuncio ofreció “emocionantes películas de la guerra mexicana, hechas bajo contrato exclusivo con el general Villa”, y en las que se retrataba a las tropas rebeldes en su ruta hacia el sur. Más adelante un nuevo material publicitario de la empresa ofreció en venta el registro cinematográfico de la batalla de Torreón, al que se informaba que seguiría una película en proceso titulada The Life of Villa (La vida de Villa), que sería protagonizada por Raoul Walsh y dirigida por Christie Cabanne.
Cuando esas cintas fueron terminadas se unieron en un solo paquete, vendido como The Battle of Torreon and The Life of Villa (La batalla de Torreón y La vida de Villa). Una compañía creada al calor de los acontecimientos, la Mexican War Film Company, reveló que había pagado a la Mutual “una enorme cantidad” por los derechos para distribuir esa obra “filmada bajo fuego” que, en una longitud de siete rollos “llenos de palpitante emoción”, incluía “cientos de escenas” tomadas en las batallas de Torreón y otros lugares, así como “la trágica juventud y las aventuras de este magnífico guerrero, el mayor genio militar desde Napoleón”. Entre otros documentos relativos a esta obra, Aurelio de los Reyes reproduce una nota escrita por A. Danson Michell tras su estreno en el Lyric Theater de Nueva York, en la que se revelan algunas características de su forma y contenido:
Propiamente hablando son dos películas (que) se exhiben como una, sólo un título las separa. La batalla de Torreón (…) se exhibe primero y no es muy larga. (Luego sigue) el drama de La vida del general Villa (…)
Se muestra muy poco de la batalla real de Torreón. Hay varias escenas que muestran las descargas de rifles, los duros golpes de las avanzadas de los soldados y la incineración de cadáveres después de la batalla. Se sabe que muchas escenas fueron teatralizadas, pero es difícil distinguir cuáles son reales y cuáles fueron posadas.
Considerando las dificultades bajo las que trabajaron los camarógrafos, la fotografía es inusualmente buena. El desierto alcalino y el humo de los rifles alteran la claridad de las imágenes, pero no lo suficiente para debilitar su impacto.

Hay registros de que una película en tres rollos titulada Toma de Torreón pasó en cines durante la ocupación de la Ciudad de México por los ejércitos de Francisco Villa y Emiliano Zapata en 1915. Se trataba sin duda de una edición reducida, seguramente compuesta sólo de escenas documentales, de la hecha por la Mutual un año antes. Esto sugiere que también se proyectó como propaganda de esas fuerzas en otras de sus zonas de influencia. En particular, es lógico suponer que fuera exhibida en algún espacio lagunero. Era oportuno desde la perspectiva comercial mostrar, en la zona donde ocurrieron, los enfrentamientos sostenidos entre doce mil efectivos del ejército federal y quince mil revolucionarios comandados por Villa; una encarnizada contienda que se alargó por doce días durante los cuales periodistas y cineastas tuvieron que enfrentar duras condiciones, sin comida, sin agua, rodeados de disparos, muerte y destrucción.
Dada la trascendencia noticiosa de la revolución, Fritz Arno Wagner, Frank Jones y otros cineastas extranjeros se trasladaron a México. Pero sus filmaciones se disolvieron en los noticieros norteamericanos o fueron sobre episodios irrelevantes o caudillos poco conocidos; en cualquier caso, pasaron casi desapercibidas en el país. En cambio, las películas sobre Madero y Villa fueron significativas en dos sentidos distintos. Durante unos meses, fueron utilizadas por los cineastas como eficaces ganchos comerciales y quizá por los propios caudillos como instrumentos de propaganda; y a largo plazo, se volvieron referencias fundacionales de la representación de un espacio que, sin ser relevante por sus accidentes geográficos, monumentos o industrias, tenía sin embargo significación histórica.
Cuando esas películas dejaron de ser rentables desde la perspectiva económica, desaparecieron, como la mayor parte de los documentales silentes, bajo la forma en que habían sido concebidas y exhibidas. Aún así, algunas de sus escenas siguieron circulando, incorporadas a biografías fílmicas de Madero y Villa, a reconstrucciones históricas o a productos en los que se mezclaban con fines de entretenimiento el documental y la ficción, como la curiosa cinta La venganza de Pancho Villa editada en los años treinta por los empresarios fronterizos Félix y Edmundo Padilla. Puede decirse por eso que las cintas filmadas en La Laguna en 1911 y 1914 contribuyeron en alguna medida a la edificación del monumento cultural llamado “Revolución mexicana”, también manifiesto en libros de educación básica, propuestas iconográficas y otras instancias culturales, que tendría gran peso en la formación cívica y la conciencia histórica en el país durante muchas décadas.
Fuentes y enlaces
Aurelio de los Reyes, Con Villa en México. Testimonios de camarógrafos norteamericanos en la Revolución, 1911-1916, UNAM, México, 1985, pp. 41-48, 118 y 170.
Juan Felipe Leal, Filmografía mexicana, 1896-1911, Juan Pablos, Voyeur y UNAM, México, 2019, pp. 31-34, 57, 72-74.
Ángel Miquel, En tiempos de revolución. El cine en la Ciudad de México, 1910-1916, UNAM, México, 2013, pp. 67-69 y 272-277.
Luis Recillas Enecoiz, “La Entrevista Díaz-Taft se proyecta en Toluca”, https://cinesilentemexicano.wordpress.com/tag/la-entrevista-diaz-taft/
Gregorio Rocha, Los rollos perdidos de Pancho Villa, documental, 49 minutos, 2003.
Jean-Claude Seguin, “Les origines du cinéma (1896-1906)”, base de datos alojada en www.grimh.org
Kimberly V. Tomadjoglou, “Film Compilation as Restoration?: borders, bricolage and La venganza de Pancho Villa”, http://www.vivomatografias.com/index.php/vmfs/article/view/89
CD ROM Un pionero del cine en México. Salvador Toscano y su colección de carteles, Fundación Toscano y UNAM, México, 2003.
James H. White y Frederick W. Blechynden, Cattle Leaving the Corral (1898)