De libros y algunas personas que no pueden vivir sin ellos

Un fragmento de la novela Job de Jaime Simó

Jaume Simó i Bofarull nació en Reus, Tarragona, el 3 de septiembre de 1884. Estudió abogacía en la Universidad de Barcelona y durante más de veinte años escribió colaboraciones para publicaciones periódicas españolas. Fue alcalde de su ciudad natal, gobernador de la provincia de Girona y durante la Guerra Civil diputado ante el parlamento de Cataluña. Exiliado en Francia, hizo nuevos estudios en la Escuela de Agricultura de Montpellier. En 1947 pasó a México donde, después de vivir tres años en la capital, se radicó en Torreón, Coahuila, hasta el día de su muerte el 26 de diciembre de 1957.

Este hombre de intereses universales que tenía conocimiento de Leyes, Agricultura, Filosofía, Letras, y sabía inglés, italiano, francés, latín y griego antiguo, además de catalán y español, se empleó como profesor de materias humanísticas en la Escuela “Venustiano Carranza” y como alto funcionario en la Inmobiliaria La Propiedad S.A. que entre otras empresas desarrolló el fraccionamiento “Nuevo Torreón”. Además de sus trabajos regulares, ofrecía conferencias públicas. Sólo en 1956 disertó acerca de temas de derecho en el Colegio de Abogados y sobre temas filosóficos en el Centro Médico y el Salón de Actos del Banco Industrial, además de ofrecer en el Club Rotario la solución ideal a uno los problemas fundamentales en esa zona desértica en la propuesta “Agua para La Laguna”. Los apuntes hechos para las labores como profesor y conferencista dieron lugar a algunas publicaciones. En el libro Epítome de derecho inmobiliario urbano (Torreón, 1956) se anunciaba que se encontraba en prensa Prólogo al estudio de la filosofía, y también que obras previas suyas eran Los recursos de reforma y apelación en el enjuiciamiento criminal (Librería de Fernando Fé, Madrid), Estudios procesales (Editorial Reus, Madrid) y La llei de contractes de conreu (Librería Bosch, Barcelona).

Como en casi todas las ciudades medianas o grandes del país, había en Torreón españoles en los ramos de la producción agrícola y el comercio. A esa pequeña colonia se sumaron los exiliados de la Guerra Civil, entre quienes estuvieron Antonio Vigatá, Mario Aleixandre, Antonio Antolín, Pablo Farrús, Cecilio Palomares, Ricardo Pons, Rodolfo Reyes y José Sampietro, fundadores del Colegio Cervantes en marzo de 1940. En los años cincuenta también pasaba eventualmente por la ciudad, como agente viajero, el exiliado alicantino Ángel Miquel Alcaraz. Simó entabló amistad con algunos de ellos y también con los mexicanos Salvador Vizcaíno Hernández, Federico Elizondo Saucedo, Carlos Albores Culebro, y los jóvenes Martín Reyes Vayssade y Flora Rendón Casavantes.

Estos últimos colaboraron con notas a una página del Magazine Dominical del diario La Opinión donde se homenajeó a Simó seis meses después de su fallecimiento. Ahí el doctor Albores Culebro describió a este catalán “longilíneo y vertical como su pensamiento”, definiéndolo como “el último misionero laico que nos mandó España”; Vizcaíno, en una “biografía mínima” de la que se toman algunos de los datos de arriba, consideró que por encima “de su extraordinaria capacidad intelectual, de su ágil conversación y de su gran cultura” sobresalía “su profunda e inquebrantable dedicación a la justicia”; Elizondo Saucedo recordó cómo sus amigos mexicanos convencieron de impartir cátedra en la preparatoria a ese sabio en quien reconocían “no sólo sus profundos conocimientos filosóficos y científicos, sino su admirable arte de narrador y su modestia siempre oportuna y magnífica”; Reyes Vayssade escribió una carta declarando sentir un reverente respeto por ese “hombre maravilloso, inolvidable (…) no sé si por su sabiduría, por la inteligencia que le desbordaba por los ojos o por su misma vejez, llevada con dignidad señorial”; y Rendón Casavantes escribió el siguiente texto, titulado “La casa de don Jaime”:

No tuvo piedras doradas, ni balcones de hierro forjado, ni fuentes sonorosas. Un portón tosco y una ventana sencilla abiertos a la fronda de la Alameda. Pero ¡cómo corría la armonía por el espíritu al visitarla! Cobijó una vida fervorosa, rara como el diamante, para nuestros menguados tiempos.

Un adusto carácter de fortaleza cubría el idealismo de su dueño, resuelto día por día, a pesar del declinar doloroso, en la intransigencia de su liberalismo, en la cátedra sabia, en la orientación exacta a la juventud, en el odio acerado a los enemigos de la libertad del hombre.

Idealismo llevado paso a paso y con dignidad, en la renuncia a la patria, sentida como un miembro herido; en la pobreza del que no se aprovechó del poder para la concusión; del que se escapaba, por su misma solidez de encina, de la asechanza, fácil en la profesión, de componendas y parcialismos vergonzantes.

No pocas veces acogieron los pobres muros al acosado injustamente por el mandón, al desvalido, al triste en busca de consuelo y vieron aparecer el redondeado perfil de Sancho, florecido en la moneda callada, el consejo jurídico cargado de experiencia, la burla socarrona y regocijada.

Atendieron los recuerdos del buen caballero, la fuerza plástica de su comentario que volvía vívidos los claros cielos levantinos y las aguas traslúcidas del Mediterráneo. Su amor a la tierra catalana se precisaba y hacía detalle en la nostalgia del genio popular de la sardana, en el pormenor prendido al corazón de sus hombres, mujeres, árboles, montañas, y de sus más mínimas y olvidadas cosas.

En su soledad arisca, al margen del tráfago humano –que le dejó, como acontece siempre, más amarguras que glorias–, se dolía de la muerte del mundo que conociera, en sus instituciones seculares, tradiciones, creencias, y del que se desgajara después de haber enseñado que es en el gobierno de los hombres donde mejor se demuestran las fuerzas del alma grande.

Y no se alejaba de su realidad presente. Alternó la comunicación social con la soledad creadora. Al conjuro de su memoria prodigiosa, abríase el retablo y nacían las figuras del artista, el político, la comediante o la señora. Un adjetivo breve y categórico revelaba en su justo valor a la personalidad del aparecido.

Singular y noble vida la tuya, viejo amigo. Una vasta cultura, artística, filosófica, científica, literaria, te amparó y nos dejó asombrados. Pero poseíste, de índole y ¡cuán cabalmente!, tres poderes del espíritu inapreciables en el hombre superior: el amor por lo bello, el sentido de la justicia y el desdén por las vanidades decorativas.

Jaime Simó. Dibujo de Francisco Sirvent aparecido en Magazine Dominical, La Opinión, 29 de junio de 1958, p. 4.

Con el seudónimo de Marco Aurelio, Simó envió colaboraciones a La Opinión. En un periodo en que no pueden hacerse consultas hemerográficas de fondos que no han sido digitalizados es imposible saber si fue publicado o no el siguiente fragmento de novela que funciona bien como cuento firmado con ese seudónimo. En cualquier caso, no parece que Job, de unas ciento cincuenta cuartillas mecanuscritas, apareciera como libro; como tampoco parecen haber llegado a la imprenta otras dos novelas del mismo autor cuyos manuscritos se conservan: …y el séptimo día descansó (que encabeza el seudónimo de Dr. Manso Clarete, Pbro.) y Memorias de un insecto.

Xochitepec, Morelos, 17 de febrero de 2021

Fuentes

https://ca.wikipedia.org/wiki/Jaume_Sim%C3%B3_i_Bofarull

Flora Rendón, “La casa de don Jaime”, Magazine Dominical, La Opinión, 29 de junio de 1958, p. 4.

El Siglo de Torreón, “Conferencia del Lic. Jaime Simó”, 8 de abril de 1956, p. 23; “Conferencias del Lic. Jaime Simó”, 20 de junio de 1956, p. 13, “Otra conferencia del Lic. J. Simó”, 15 de diciembre de 1956, p. 23.

http://www.elem.mx/autor/datos/125842

Colegio Cervantes

http://www.torreon.gob.mx/archivo/pdf/libros/20%20Colonia%20Espa%C3%B1ola%20de%20la%20Laguna.pdf

http://www.torreon.gob.mx/archivo/pdf/libros/55%20Cr%C3%B3nicas%20en%20torno%20a%20la%20escuela%20preparatoria%20Venustiano%20Carranza.pdf

Publicado por angelmiquelrendon

Nací en Torreón, Coahuila, México, en 1957. Soy historiador del cine y escritor. Trabajo en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

4 comentarios sobre “De libros y algunas personas que no pueden vivir sin ellos

  1. bs. días desde Valencia de España. He leído con sumo interés las cosas que comentan de Jaume Simó i Bofarull. Lo que me gustaría saber es si hay una lista de las traducciones que hizo para UTEHA u otras editoriales….Me consta que hizo una importante del italiano, obra de Biagio Brugi. Enhorabuena por su esfuerzo y su trabajo. Cordialmente, agapito beitia (beitiae@hotmail.com).

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    1. Muchas gracias por su comentario. No sé si Jaume Simó i Bofarull habrá hecho traducciones durante su exilio. Revisé el catálogo de la Biblioteca Nacional de México y no encontré ninguna. Si encuentro algún dato, con gusto se lo daré a conocer. Un saludo cordial, Ángel Miquel

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      1. He visto al menos una en UTEHA de un libro de Biagio Brugi sobre Derecho civil italiano….pero creo que hizo alguna más, pero no sé cuál ni dónde se publicó ; al parecer era conocedor de Derecho procesal y publicó algún libro en España sobre ese tema – entre 1920 y 1930. Pero quizá en México el prestigio de Alcalá-Zamora le impidió dedicarse más a esa materia. No lo sé. Es mi imaginación. ¿Sabe si Simó i Bofarull dejó algún descendiente? Éste sí debería saberlo. –
        Por cierto, aunque no es una cuestión de cine, le comento lo siguiente relacionado con México. Leí hace años que Víctor Hugo Rascón Banda publicó una obrita titulada ‘Oh prudencia, tus prudencias’ que se refiere a casos prácticos de Derecho romano comentados bajo la dirección de Guillermo F. Margadant…lo he buscado por muchos lugares y no he conseguido dar con esa obrita, que creo leyó en la UNAM en el locutorio ‘Ius semper loquit’ o nombre parecido alrededor de 1976 (me parece). ¿Quién me podría decir algo? Me serviría incluso una fotocopia de la obra, que no creo sea muy extensa. Al parecer fue una consecuencia del trato que, al estudiar Derecho, Rascón Banda tuvo con el profesor Margadant. Un cordial saludo y a su disposición en Valencia de España. Beitia.

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      2. bs. tardes de nuevo, quería adjuntarle la primera página de la traducción al libro de Biagio Brugi que le indiqué…ahí viene el nombre de Simó i Bofarull como traductor de italiano jurídico….cordialmente, a.b., pero no veo la forma de adjuntarlo….si tiene algún otro e-mail indíquelo y se lo enviaré a él como adjunto. cordialmente, a.b.

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