Cines y cinéfilos

Un cuento de Conchita Urquiza

El 28 de febrero de 1926 el semanario Revista de Revistas lanzó el concurso «La Novela del Cine». En él se invitaba a los lectores a escribir textos de entre ocho y doce páginas derivados de las impresiones que les despertara la contemplación de una película estrenada en la semana en la Ciudad de México. Se ofrecía a los ganadores un premio de veinticinco pesos y la edición de su relato en la revista.

Las publicaciones periódicas mexicanas aprovechaban desde hacía tiempo la creciente popularidad del cine para atraer lectores con certámenes diversos. En 1920, El Universal Ilustrado lanzó el de «La reina del cine» con el objetivo de determinar cuál era la estrella con más arraigo local. El semanario ofreció cincuenta pesos al mejor voto razonado y una serie de postales con la efigie de la triunfadora a quienes hubieran votado por ella. La competencia duró dos meses, luego de los cuales se reveló la preferencia del público por la diva italiana Francesca Bertini, quien obtuvo 3650 votos, seguida de lejos por las norteamericanas Mabel Normand con 1359 y Pearl White con 210. A este certamen siguió unos meses después en El Heraldo un «Gran concurso de ojos», en el que el público asistente al cine México capitalino debía depositar en una urna los cupones aparecidos en el diario para votar por los que le parecieran más bonitos de los previamente filmados entre muchachas concursantes; a las ganadoras, Magda San Juan, Elvira Grajales y Enriqueta Caballero, correspondieron, respectivamente, los siguientes premios: una victrola de gabinete, una victrola de mesa y un fonógrafo. En 1923, el periódico El Demócrata lanzó una contienda, junto con el cine Olimpia y la compañía norteamericana Paramount, para determinar qué joven habría de ser becada durante un par de meses para estudiar en Los Ángeles rudimentos de actuación, con vistas a integrarse a su regreso a alguna de las productoras locales, necesitadas urgentemente de figuras estelares; la guerrerense Honoria Suárez triunfó con nada menos que 215 266 sufragios, pero aunque estos le valieron el paso por un estudio hollywoodense no se obtuvo el resultado previsto, pues a su vuelta al país la llamada «Estrella del sur» no logró trascender.

A esta corriente de iniciativas periodísticas perteneció «La novela del cine». Es posible que sus promotores también tuvieran en mente estimular la escritura de novelas derivadas de argumentos de películas, práctica que en España y otros países era común y daba lugar a un comercio permanente de novelizaciones ilustradas con fotografías de intérpretes. Y por otro lado con ese concurso Revista de Revistas incentivó la producción de obras narrativas locales de todos los géneros, algo que desde unos años antes realizaba su rival El Universal Ilustrado con la colección «La novela semanal». Por cierto, en ésta, además de salir obras destacadas como Los de abajo de Mariano Azuela y La señorita etc de Arqueles Vela, aparecieron dos de los principales libros mexicanos referidos al cine en esa década: la novela Che Ferrati inventor de Carlos Noriega Hope y la colección de cuentos La penumbra inquieta de Juan Bustillo Oro.

Revista de Revistas, 28 de febrero de de 1926, p. 5.

«La novela del cine» tuvo breve duración. Sus convocatorias, que aparecieron hasta fines de abril de 1926, llevaron a la edición de seis novelas cortas, firmadas respectivamente por María Luisa Sáinz, José F. Mendizábal, Teresa de Alba, Joaquín Gómez Vega, Guillermina Llach y Conchita Urquiza. Esta última presentó bajo el seudónimo Santiago Damián el relato «Moby Dick» que se reproduce abajo y que fue inspirado por la película La bestia del mar (The Sea Beast, Millard Webb, 1926) interpretada en los papeles principales por John Barrymore y Dolores Costello.

Cuando ganó el concurso, la michoacana Urquiza tenía sólo dieciséis años; sin embargo, era ya una competente escritora que publicaba regularmente poemas y reportajes. Puede decirse que el premio contribuyó a abrirle las puertas de la industria del cine, pues al año siguiente de obtenerlo fue contratada por el departamento de publicidad de la Metro-Goldwyn-Mayer y pronto comenzó a publicar crónicas cinematográficas en revistas estadunidenses de gran tiraje como Cinelandia. A principios de los años treinta –antes de tener la crisis existencial que la condujo temporalmente a un convento y a escribir, en adelante, poesía mística–, la escritora colaboró en las páginas cinematográficas de los diarios mexicanos El Universal y El Nacional. En 1939 adaptó para una película dirigida por Alejandro Galindo el libro Corazón, de Edmundo D´Amicis.

Enlaces

https://es.wikipedia.org/wiki/Concha_Urquiza

https://www.academia.edu/7285378/Concha_Urquiza_y_el_cine

Revista de Revistas, 25 de abril de 1926, pp. 33 y 40.

Publicado por angelmiquelrendon

Nací en Torreón, Coahuila, México, en 1957. Soy historiador del cine y escritor. Trabajo en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

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