Krishnamurti, de Josefina Maynadé y María Solà de Sellarès
Pajareando por YouTube, encontré recientemente dos documentales relacionados que me interesaron. Uno, Adyar. Home ot the Theosophical Society (escrito, dirigido y editado por Steve Schweizer en 1993) cuenta el origen y desarrollo de la célebre organización que, a fines del siglo XIX, establecieron la rusa Helena Blavatsky y el estadunidense Henry Steel Olcott en Adyar (Madrás, India). Pensada en parte como un espacio para el estudio multidisciplinario de las religiones, los fundadores de la Sociedad Teosófica colocaron en la sala principal de su sede representaciones de un buen número de ellas, desde las desaparecidas, simbolizadas por las figuras de Orfeo, Osiris, Mitra, Quetzalcóatl, Ashtaroth y Asshur, hasta las vivas, encarnadas por Krishna, Zarathustra, Moisés, Buda, Lao Tse, Cristo y Mahoma. Adoptando como lema “No existe religión más elevada que la Verdad”, la propia doctrina teosófica nació como una asimilación sintética de motivos subyacentes a parte de esas tradiciones, así como de otras corrientes del pensamiento.
Los teósofos –comenzando por la prolífica Blavatsky– pronto se encontraron difundiendo su doctrina en revistas y libros. El documental me interesó, entre otras cosas, porque en él se habla de las acciones que en 1907 llevaron a la constitución de la Vasanta Press (nombre derivado de la pronunciación del apellido de Annie Besant, segunda presidenta de la Sociedad, por sus amigos indios), que ha difundido durante más de cien años la teosofía en los muchos campos que toca: filosofía, sociología, meditación, salud, alimentación, higiene, yoga… También se describen en la cinta rasgos de la extraordinaria biblioteca fundada por el coronel Olcott en la residencia de Adyar que, convertida años después en archivo y centro de investigación, resguarda decenas de miles de manuscritos en hoja de palma y cientos de miles de libros en lenguas de la India, Sri Lanka, Tíbet y otros países de la región.
La otra cinta, Jiddu Krishnamurti. The Reluctant Messiah (producido y escrito por Adam Sternberg y Lisa Clark en 2007), presenta una breve biografía del maestro indio adoptado en la infancia por Besant y Charles Webster Leadbeater, quienes creyeron reconocer en él al Mesías pacífico que a todas luces necesitaba el mundo en el siglo XX. Sólo que Krishnamurti dio a su vida un giro inesperado al renegar del destino que sus tutores habían esperado de él. Radicado en Estados Unidos, se separó de la Sociedad Teosófica y formuló una filosofía personal que, expresada en numerosas conferencias y recogida posteriormente en libros, lo volvió muy popular.
Mi padre, Ángel Miquel Alcaraz, fue uno de los que leyó esos libros, de los que se conservaron dos en su biblioteca. La paz individual es la paz del mundo, editado por la Fundación Hispano-Americana “Sapientia” (Buenos Aires, 1949), recoge dieciséis conferencias pronunciadas entre 1945 y 1946, junto con las respuestas a preguntas hechas por algunos de quienes asistieron a escucharlas; las reflexiones del autor se centraban en la urgente reestructuración de un clima de paz inmediatamente después de la Segunda Guerra, proceso en el que, como resume el título, se otorga al individuo un papel decisivo. La otra obra, A los pies del maestro, publicada en la Ciudad de México en 1950, es de factura más antigua. Se trata, de hecho, del primer libro atribuido a un jovencísimo Krishnamurti quien (bajo el seudónimo de Alcione), habría recibido de su Maestro Espiritual (inmaterial) los aforismos que lo componen. Esta obra que Annie Besant consideró, en un prólogo, la “primera dádiva al mundo” del pensador, fue publicada en inglés en 1911. Casi inmediatamente se vertió a otras lenguas y A.P.G., el traductor de la edición en español realizada en 1950, agregó al final una nota en la que dijo haber hecho el trabajo comparando las previas publicadas en Barcelona, La Habana y México, y “confrontando minuciosamente con el original en inglés la expresión de cada idea, así como la fidelidad al estilo, grandiosamente sencillo, del autor”. El pie de imprenta consigna como editora a la Fraternidad Universal, ubicada en la calle de Iturbide número 28 de la capital.
Del mismo sello conservó mi padre el libro de C. Jinarajadasa, Lo-que-es y lo-que-ha-de-ser, cuatro charlas rescatadas por miembros de la Logia “Mercurio” de la Sección Mexicana de la Sociedad Teosófica, “para conmemorar el primer aniversario de la muerte del gran conferenciante que, por más de 50 años, llevara la Luz y la Belleza de la Teosofía a otros tantos países”. El ceilanés Curuppumullage Jinarajadasa hizo estudios en Inglaterra y aprendió varias lenguas occidentales, entre ellas el español; casó con la feminista británica Dorothy M. Graham; impartió conferencias y a fines de los años veinte viajó por casi toda Latinoamérica seduciendo con sus ideas, entre otros, al nicaragüense César Augusto Sandino; en 1946 se convirtió en el cuarto presidente de la Sociedad Teosófica, después de Olcott y los británicos Besant y George Arundale; murió en junio de 1953 en Chicago, dejando sin cumplir su deseo de encontrarse con el principal desertor del grupo, y quien además había sido su discípulo en Londres, Krishnamurti, establecido en una comunidad propia en Ojai, California.



La Logia “Mercurio” que impulsó en 1954 la publicación de Lo-que-es y lo-que-ha-de-ser fue una de las siete que constituyó, junto con otras de la Ciudad de México, Veracruz y Mérida, el núcleo mínimo indispensable para que la Sociedad Teosófica reconociera la existencia de una Sección Mexicana. Ese reconocimiento se dio el 12 de noviembre de 1919 y desde entonces proliferaron los grupos de teósofos en el país. Unidos para estudiar, meditar y realizar acciones de caridad, éstos organizaron también excursiones y eventos sociales, y editaron folletos y libros; su primera publicación precede incluso al reconocimiento de Adyar: Un libro de texto de teosofía, de C.W. Leadbeater, traducido por la oaxaqueña Consuelo R. de Aldag y aparecido en la Ciudad de México en 1915 con patrocinio de la Logia “Aura”.
El arribo, a partir de 1939, de miles de españoles que se exiliaban a consecuencia de la derrota del bando republicano en la Guerra Civil, significó para los teósofos mexicanos un considerable refuerzo. Sobre todo porque entre los exiliados estaban –aunque no fueron de quienes llegaron pronto– dos extraordinarias mujeres: Maria Solà Ferrer (de Sellarès) y Josefina Maynadé y Mateos. Copio de Wikipedia información sobre la primera:
…nacida en 1899, integró el núcleo más activo del movimiento teosófico catalán. Estuvo vinculada a la escuela Damon y dirigió la Residència Internacional de Senyoretes Estudiants de Barcelona durante la Segunda República. En 1939 emprendió el camino del exilio hacia Francia. Más tarde se trasladó a El Salvador y Guatemala, donde dirigió la Escuela Normal femenina España y la Escuela Normal femenina Belén, e impulsó la actividad teatral. Tras ejercer como profesora en la Universidad de San Carlos en Guatemala (1948-54), se trasladó a México y se vinculó con el movimiento de las escuelas Waldorf y escribió y publicó varios ensayos pedagógicos. En el libro Hacia la nueva educación: la integridad del niño (1987) sintetiza su pensamiento educativo fundamentado en la interpretación de Cousinet, Xirau y Steiner, entre otros. Murió en México en 1998.
La segunda, nacida en junio de 1908, era hija de los teósofos catalanes Ramón Maynadé Sallent y Carmen Mateos Prat, quienes durante las primeras tres décadas del siglo editaron una Biblioteca Orientalista que –como informa Josep Mengual en el blog negritasycursivas– en 1934 ofrecía 268 títulos en su catálogo; cito del mismo blog:
Josefina o Pepita Maynadé, que a los catorce años vio ya publicado El tesoro de Maya, creó una amplísima obra como traductora e ilustradora, y es autora de títulos como el articulo inicial «El teósofo y el ceremonial» (publicado en El Loto Blanco en 1925), Escuela de héroes (¿1929?), Plotino, su escuela iniciática y su filosofía (1929), Los niños a través de la plástica histórica (¿1946?), etc., y al final de la guerra civil española (durante la que se vio separada de su marido Luis García Lorenzana), residió en las islas Canarias (donde publicó los poemarios A Cloris y Los silencios y colaboró en la revista feminista Mujeres en la isla) y desde 1958 en México, donde amplió sus actividades…
Mi padre y mis tíos Pedro González Guillén y Amalia Miquel Alcaraz, que frecuentaban los círculos teosóficos españoles, conocieron a Pepita en los años treinta. En el verano de 1955, cuando ya se habían exiliado en México, ella les envió desde Huelva su poemario Las ocultas dádivas (Colección El Sobre Literario, Valencia, s/f), en cuya dedicatoria escribió: “A vosotros, Amalia, Pedro, Ángel, hermanos del alma”. Y poco después de que Pepita llegara también exiliada al país, mi padre le pidió las ilustraciones para su libro de prosa poética Ángel Francisco (Ediciones Cauce, Torreón, 1960), que comenzó a fraguar cuando su joven esposa Flora Rendón Casavantes le reveló estar embarazada, y que terminó de escribir el mismo día en que los fórceps de un practicante hicieron transitar al bebé del agradable seno materno al sofocante calor del verano lagunero.








Maynadé honró el espíritu panreligioso de los teósofos al escribir ensayos sobre distintas tradiciones, que editaron en México Orión y Costa-Amic: Krishna (1959), Buda (1965), Asuramaya (1965), Faraonas y sacerdotisas del antiguo matriarcado egipcio (1967), Moisés (1967), Orfeo y la cíclica expedición de los Argonautas (1967) y Amonio Saccas (1970). Además, la autora se extendió al campo de la astrología con la edición de El horóscopo del mundo (1965) y Astrosofía (1969). En 1972, Editorial Diana lanzó la colección “Tradición sagrada de la humanidad” a cargo de ella y Solà de Sellarès. Ese proyecto incluyó ediciones de clásicos como el Bhagavad Gita, el Tao Te King, los Yoga-sutras y fragmentos de los Upanishad preparados por distintos autores, mientras que Maynadé quedó a cargo de versiones de los Libros sagrados de Hermes Trismegisto, el Libro tibetano de los muertos, los Himnos órficos y los Versos áureos de Pitágoras. Todo esto seguramente la convirtió, hasta su muerte en 1978, en la principal divulgadora del pensamiento religioso no católico ni judío en el mundo hispanoamericano; y sus libros, en primeras ediciones o reeditados, siguen en buena parte disponibles.



El primer volumen de “Tradición sagrada de la humanidad”, escrito por las dos coordinadoras de la colección, fue significativamente sobre Krishnamurti. En la presentación dice:
La lectura de este libro como la de los que le siguen, no puede ser superficial, ya que todos pretenden llamar la atención sobre las causas que alteran la armonía del mundo (…) Pero en el loco vaivén que nos arrastra, ora para gozar, ora para sufrir, sin duda percibimos que late un impulso hacia la plenitud del ser. ¿Cómo convertirlo en autoconciencia de nuestro vivir y así dar nacimiento a una sociedad que sea su consecuencia? (…) Que esta colección contribuya a liberarnos de angustias y temores, es todo lo que pretenden quienes la han concebido.
Maynadé y Solà pensaban, como muchos, que Krishnamurti iba a cumplir un papel crucial en la formación de una más elevada conciencia colectiva. Y fue así, de algún modo. Como muestran las opiniones de muy diversas e influyentes personalidades reproducidas por las autoras en la primera sección del volumen, tuvo una considerable repercusión entre quienes lo escucharon y lo leyeron cuando vivía; en general, podría decirse que sus ideas fueron uno de los vectores del clima cultural de “amor y paz” en América y Europa durante las décadas de los sesenta y setenta. Sin embargo, aunque las instituciones fundadas o inspiradas por él continuaron difundiendo su legado, su figura cedió después ante el empuje de otros líderes espirituales de gran alcance mediático como Osho, Deepak Chopra o el Dalai Lama.
Xochitepec, Morelos, 5 de mayo de 2020

Vínculos utilizados:
https://www.ts-adyar.org/content/adyar-library-and-research-centre
https://ca.wikipedia.org/wiki/Maria_Solà_de_Sellarés
https://negritasycursivas.wordpress.com/tag/ramon-maynade/
José Ricardo Chaves recrea algunos aspectos relacionados con la adopción cultural de las doctrinas orientales en México heterodoxo. Diversidad religiosa en las letras del siglo XIX y comienzos del XX, UNAM / Bonilla Artigas / Iberoamericana, México, 2013.