El fotógrafo Julio Sosa y el cine en Torreón
Cuando se preparaban los festejos del Día de la Raza de 1923 en La Laguna, se informó que un cineasta se proponía tomar “varias películas de la concurrencia y personas que tomen parte en el programa”; este incluía una función de box en la que pelearía el púgil foráneo Kid Allen contra el local Vicente El Cargador Aguilar. Si bien las contiendas de este tipo eran más o menos frecuentes, esta se anunciaba como particularmente atractiva:
Nunca como hoy se había despertado tanto entusiasmo en la afición lagunera por presenciar encuentros pugilísticos (…), debido sin duda a que los combatientes (…) se batirán con guantes de cuatro onzas, que nunca se habían usado en la región. Es casi imposible que puedan continuar peleando por largo tiempo después de propinarse los formidables golpes que se deben dar. (El Siglo de Torreón, 12 de octubre de 1923, p. 1)
Estaba previsto que la cinta incluyera, además de escenas de ese encuentro, las reacciones del público y otros detalles del acontecimiento que se calificaba como el “más enorme que registran los anales deportivos de la región”.
Un par de meses más adelante se reveló que el cineasta que había filmado la pelea, así como otros festejos del Día de la Raza, era Julio Sosa, un fotógrafo bien conocido en los ambientes culturales laguneros. Escribe Silvia Patricia Castro Zavala que este
…nativo de la ciudad de Durango, había emigrado a Monterrey en unión de su familia a la muerte de su padre. En esa ciudad tuvo la oportunidad de trabajar tres años en el estudio “El Bello Arte” y aprender fotografía de su propietario, Jesús Sandoval. Según algunas fuentes, Sosa llegó a La Laguna en 1918 y trabajó en Ciudad Lerdo con Teodoro Chairez y después en sociedad con Foto Carlos (…) Finalmente se estableció en Torreón por su cuenta en 1920. (De rollos y balas. Hartford H. Miller y la crónica visual de la Revolución en La Laguna, Archivo Municipal, Torreón, 2001, p. 68.)
Aunque la actividad principal de Sosa era la fotografía de estudio, su curiosidad creativa lo hacía aventurarse en otras disciplinas. En marzo de 1922 un reportero escribió que el fotógrafo había expuesto en los aparadores de un comercio un cuadro que llamó poderosamente la atención “de cuantas personas han tenido oportunidad de verlo” y que revelaba sus “particulares dotes artísticas”. (El Siglo de Torreón, 5 de marzo de 1922, p. 6) Año y medio después, se estrenaba su película en el mejor cine local, el Teatro Princesa.
Además de reproducir escenas de la pelea entre El Cargador Aguilar y Kid Allen, Torreón gráfico incluía un panorama de la ciudad tomado desde el cerro de la Cruz; episodios de un baile de resistencia efectuado en el Cine Royal, con concursantes “porfiando tenazmente por ganar el campeonato”; el interior del Princesa a la hora de una matinée dominical y la salida del público de esa función; un desfile por el boulevard Morelos con “automóviles tripulados por lo más granado de nuestra sociedad”; el conferencista Nemesio García Naranjo “en uno de los momentos más vehementes de su discurso”, así como damas y caballeros que tomaron parte en esa velada; números de ballet por damas de Ciudad Lerdo, y los festejos organizados por la Asociación de Charros de La Laguna, “desde la salida de las reinas del Casino hasta el jaripeo de los famosos charros mexicanos Andrés Becerril y Magdaleno Ramos”. (El Siglo de Torreón, 21 de diciembre de 1923, p. 4)

Puesto que aún no existían servicios técnicos especializados en La Laguna, es probable que la que fue anunciada como “primera película filmada en esta comarca”, fuera procesada en laboratorios de Estados Unidos. Pero en la siguiente cinta local, El Día del Algodón, filmada en 1924 por el ingeniero Enrique Rivera Calatayud, el autor contó con el apoyo de Sosa, quien “la reveló, fijó y copió, cosa que no se había logrado hacer hasta la fecha en la región”. (El Siglo de Torreón, 19 de septiembre de 1924, p. 4) El fotógrafo había además hecho importantes mejoras a su estudio, al importar de Estados Unidos lámparas de luz mercurial “las mismas que en los grandes talleres cinematográficos de Los Ángeles, California, son usadas para tomar esas bellas películas que sorprenden por sus magníficos efectos”. (El Siglo de Torreón, 25 de julio de 1924, p. 1)
Una vez probadas las dos artes mecánicas, Sosa decidió enfocarse en la fotografía y mantuvo durante tres décadas su estudio en Avenida Morelos 1114. Cuando murió, en octubre de 1950, fue reconocido como un consumado artista de la cámara que había hecho incontables imágenes de personas y lugares en La Laguna, fungido como cronista visual en reportajes periodísticos y obtenido premios en exposiciones nacionales y del extranjero; por otra parte, era estimado en todos los círculos sociales por sus “magnífico carácter y bondad” así como por estar siempre dispuesto “a otorgar un favor y a hacer un servicio”. (El Siglo de Torreón, 21 de octubre de 1950, p. 21)
Sosa no parece haber hecho otras cintas que se exhibieran en cines, pero muchas de sus fotografías son testimonios invaluables de la vida cinematográfica lagunera de los años veinte, treinta y cuarenta, al registrarse en ellas las visitas de intérpretes y otros integrantes del mundo de las películas, los usos diversos de los salones de cine y las actividades de las empresas locales. Se reproducen aquí unas cuantas de esas imágenes, pertenecientes al fondo de negativos resguardado en el Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza S.J. de la Universidad Iberoamericana sede Torreón.





